El campo de batalla más grande y más peligroso es nuestra mente. ¿El enemigo? Nuestras propias dudas. Dudas sobre dinero, dudas sobre si somos felices, dudas sobre las habilidades que Dios nos ha dado.
Hazle la Guerra a tus pensamientos persistentes, no buenos y de negación. Tu mejor arma es la certeza. Si la Luz pensó de ti lo suficiente, como para traerte a este mundo, debes estar haciendo algo bien.
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